“Ella está en el horizonte (....) Me acerco dos pasos,
ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte
se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine
,nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar”
Eduardo Galeano
REHABILITAR EL CASCO HISTÓRICO
¿Quién no sufre al pasear por las calles del antiguo barrio San Mateo, donde encontramos casas del siglo XV a punto de desaparecer?
¿Quién no sueña con pasear por este barrio y disfrutar de bonitas casas encaladas, otras señoriales, palacios familiares, humildes patios repletos de flores y sobre todo, leyendas, duelos, amoríos y recuerdos, encanto y belleza?
Yo sí lo hago y aunque pueda parecer una Utopía creo que es posible. En Galicia, LO CREEN.
Lo que vamos a leer es un artículo que encontré no hace mucho sobre un caso muy llamativo que ha ocurrido en Pontevedra.
En toda Galicia solo hay unos 30 pueblos con un casco viejo digno de ser llamado "conjunto histórico artístico". Pero el nivel de conservación de los mismos es muy dispar. Así, mientras que la mayoría de las edificaciones de la parte antigua de Santiago de Compostela resplandecen como perlas, Vigo o Ferrol tienen calles enteras que parecen abandonadas.
En la provincia de Pontevedra hay media docena de conjuntos históricos. Uno de ellos es el de Cambados, localidad que en realidad es el fruto de la fusión de las tres villas antiguas de Fefiñáns, Cambados y San Tomé do Mar. Hace ahora diez años, el casco viejo cambadés fue declarado Ben de Interese Cultural por parte de la Xunta de Galicia. Esta declaración llegó en noviembre de 2001, y significó un giro de 360 grados en su conservación y vitalidad.
Desde entonces y hasta hoy se rehabilitaron un total de 167 viviendas en el conjunto histórico artístico, con una inversión total de algo más de tres millones y medio de euros. De ese dinero, 1,5 millones entraron en Cambados en forma de subvenciones del Gobierno central o de la Xunta, por lo que los propietarios pudieron arreglar sus casas con ayudas que oscilaron entre el 45 y el 50 por ciento del total de la inversión.
La declaración BIC propició que muchas viviendas del casco viejo que estaban abandonadas volviesen a ser habitadas, o que sus dueños pospusiesen sus planes de dejarlas.
Fue, al mismo tiempo, una herramienta para mejorar el aspecto del conjunto histórico cambadés. Las normas obligan a guardar una armonía con respecto a las demás edificaciones del entorno y a respetar los estilos arquitectónicos tradicionales. Además, el Concello recibió dinero para dejar impecables más de una docena de calles y plazas. Con ambos ingredientes, el turista ha podido encontrar desde 2001 varios espacios cambadeses dignos de postal.
Tras el BIC, Cambados montó una oficina de rehabilitación, compuesta por profesionales en urbanismo, arquitectura y patrimonio, cuya misión consiste en asesorar a los vecinos que van a rehabilitar hasta el extremo de que incluso pueden hacerles un proyecto. Esta oficina indica que por término medio cada obra de rehabilitación cuesta unos 22.000 euros, y que las que tienen prioridad son las de arreglo de la cubierta o la fachada, aunque también se acostumbra a agilizar la tramitación de las reformas cuando la armazón de la vivienda es de madera. Para el convenio 2010-2012 se firmó un convenio que suma otros 380.000 euros de gasto –220.400 de ayudas–, con los que se espera poder ejecutar 19 obras.
En lo que atañe a las actuaciones en espacios públicos, durante la primera década de vigencia del BIC se acometieron más de una docena, con un presupuesto total de 600.000 euros.
El alcalde de Cambados, Luis Aragunde, afirma que durante los próximos cuatro años el ayuntamiento pretende volcarse con obras de rehabilitación en los espacios públicos del conocido como barrio de Triana. Se trata de la zona que separa la plaza de Fefiñáns de la orilla del mar, y en la que se encuentran calles como Sevilla, Esperanza o San Gregorio y plazas como la de As Rodas. El regidor apunta que las obras van a ser similares a las de otros puntos del conjunto histórico –adoquines en la zona de paso de los vehículos, y planchas de granito en las aceras–, pero que también están estudiando la posibilidad de peatonalizar alguna plaza de Triana con poca densidad de tráfico.
Nuestra cultura, la jerezana, es una cultura de azoteas, de patios de vecinos, de pequeño corral interior; una cultura de la ventana, de dialogar de balcón a balcón, de hablar con las manos. El propio clima obliga a la abertura, de las cancelas y de los caracteres. El jerezano vive la calle, el espacio público. Ni siquiera otras formas que han ido evolucionando en la ciudad y se proyectan hoy en otra dirección, como esas urbanizaciones de nuevas casas impersonales donde no conoces a tu vecino o esas torres de hormigón que casi tapan el cielo…todo esto que supuestamente está distanciado a la gente, ha impedido que aquella relación primitiva se siga dando sobre las tapias de los patios o de portal a portal.
Hay que luchar entonces, por salvar toda expresión de patrimonio.
I. García