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martes, 13 de diciembre de 2011

PASEO ENTRE LOS CASCOS DE BODEGAS

Rastrear el casco urbano en busca de los bodegones es una experiencia inolvidable. Es viajar doscientos años hacia el pasado, en la mayoría de los casos, alcanzando a vislumbrar cuales eran los límites de la antigua ciudad, que comenzaba a desbordarse con su propia revolución industrial, -libre de barrios enteros repletos de chimeneas de carbón, de ruido y de acero-. Una revolución silenciosa y limpia, -salvo la excepción de los lentos e inofensivos vagones que recorrían el centro de la ciudad, pacíficamente-. Una revolución heredada por los siglos para nuestros siglos.
Si paseas por el barrio de la Albarizuela, estarás bebiendo vino a través del aire. Cada calle fue testigo de una historia familiar, donde sagas bodegueras luchaban por imponerse en una ciudad que cambiaba cada segundo. Calles que fueron abarrotadas por obreros que trabajaban de sol a sol, por carretas, por pequeños vagones que cargaban toneles de rica madera, capataces, sirvientas, artistas que divertían a los encargados o señores de alto rango, -alcurnia transmitida, conseguida a golpe de suerte, o con el sudor de su frente-....

...Calle Lechugas, en el barrio de Santiago es un ejemplo del bien y del mal.

Un casco de bodega de finales de s.XIX, se levanta majestuoso ante tanta poca imaginación constructiva, entre pisos cuadrados y oscuros, propios de la Novela "Momo", donde sólo caben que vivan los hombres grises. Un casco de bodega, reconvertido en hogar de varias familias, pero respetando su forma original (Su techumbre de viejas tejas, su imponente fachada catedralicia, su orden interior...)
¿Dónde mejor que vivir en estructuras que se levantaron con el propósito de mantener una temperatura y ambiente estable? ¿Es mejor vivir en un nido de hormigón? ¿Será por suelo? Hay suelo de sobra en Jerez.    !Se tardarían semanas en cubrir a pie todo su territorio municipal!

¿Se podría haber hecho aún mejor? Seguramente, pero el cielo desde su acera se puede contemplar, como también se mantiene sobre nuestro horizonte ese triangulo casi divino que crea su característica forma de tejado a dos aguas.


... pero si caminamos más adelante, hasta encontrar una abeja de la desaparecida Rumasa pintada, y la cual está a punto de desaparecer con el próximo aguacero, podemos comenzar a temblar si el "capitán de turno" decide sacar unos cuantos cuartos de más, permitiendo que se construya sobre el suelo de lo que fue una iglesia consagrada al vino. !Una Bodega donde reinaba el silencio¡

!Por ello, gritemos a los amigos y hasta los desconocidos, que se están cometiendo crímenes a nuestra historia, como si estuvieran poniendo minas bajo las losas de nuestro dormitorio¡     

Santiago Moreno

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